La inteligencia artificial y su incidencia en el capital humano
Hace unos días, la Real Academia Española (RAE) consideró la expresión “Inteligencia Artificial” como la palabra del año, entendiendo su definición como la “disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”. No es menor lo ocurrido con el término, si se toma en cuenta que desde hace tres años las palabras destacadas por la institución lingüística hispana se relacionaban con el SARS COV 2.
La expresión aludida busca -según algunos- crear máquinas con capacidades similares al ser humano. Se trata, en rigor, de tecnología que está presente en nuestro día a día desde hace tiempo y cuya evolución va a una velocidad más vertiginosa de lo que se cree. Es cosa de observar cómo saltamos de jugar al Pong en los teléfonos móviles tipo “ladrillo” a ver en streaming películas 4K en dispositivos cuya potencialidad es millones de veces más que la totalidad de los computadores de la NASA al momento de aterrizar en la luna, sólo medio siglo atrás.
No es extraño pensar que la inteligencia artificial (IA) ha sido uno de los avances científicos y tecnológicos en 2022, de seguro y estará cada vez más presente en los procesos rutinarios de la industria y otros sectores, junto a tecnologías que seguirán creciendo en 2023, destacando entre ellas las Superapps y el metaverso -enfatizo en esta última-, pues considero será un término recurrente.
Pese a lo que muchos creen, estos conceptos no son ideas nuevas. Eso sí, los avances propiciados en estos últimos años han permitido que la IA, el blockchain o la realidad virtual -entre otros-, estén incorporándose en todos los sectores.
En ese sentido, la inteligencia artificial revela el contexto en el que se encuentra el mundo en este momento: según el World Economic Forum, millones de trabajo se perderán producto de su implementación, de ahí la importancia de estudiar las consecuencias de su aplicación y cuáles pueden ser nuestros aportes desde una perspectiva académica y de responsabilidad social.
Recogiendo el desafío, es necesario comprender que toda tecnología debe ser pensada y tratada para complementar y no suplantar el capital intelectual. Las máquinas, después de todo, son mucho más predecibles que los humanos, y actualmente el mundo exige una cuota de creatividad.
Si bien son importantes las habilidades técnicas, las personas que nunca dejarán de ser relevantes son aquellas que, en la era de las máquinas, dominan un conjunto de habilidades, intangibles muchas de ellas, permitiéndoles abrir camino a la innovación y al buen uso de los avances tecnológicos. De ahí la importancia de saber orientar, a través de metodologías adecuadas y con un propósito definido, su aplicación en diversos medios para convertirse en un aporte y no en un canal que convoque a desechar las emociones, sentimientos o pasión que inciden muchas veces en el resultado final, producto, entre otras instancias, de la ética aplicada, cuestión de la cual comentaremos en otra oportunidad.
Miguel Sanhueza Olave, Director UTEMVirtual
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