Tiempo de actuar
El avance de la ciencia, los descubrimientos, y desarrollo tecnológico han extendido y facilitado el devenir de la humanidad, y nos han llevado a disfrutar de una calidad de vida nunca antes vista en la historia. Sin embargo, la satisfacción de las necesidades más básicas e imprescindibles, que nos hizo pasar a otra etapa de desarrollo, trajo consigo complejidades profundas y, probablemente, más difíciles de resolver. Cuestiones que se arraigan en las honduras del alma y el comportamiento humano nos tienen reflexionando sobre problemáticas que hace unas décadas ni siquiera existían.
La posverdad, como fenómeno masivo desencadenado de la mano de internet y las redes sociales, y su capacidad para viralizar cualquier contenido, por más lejos que esté de cualquier evidencia nos impide compartir un verdadero sentido de realidad. Lo que, con anterioridad al nacimiento de la red de redes quedaba confinado a reducidos grupos de personas que compartían creencias sin mayor sustento, hoy se masifica y gana adeptos incontroladamente, sin que su contraparte real logre imponerse del todo.
Este fenómeno, recogido en esta edición, se conecta con lo que Initiative llamó pandemias culturales, en un reciente seminario virtual que organizamos en conjunto. Se trata de sentimientos colectivos que es posible distinguir a lo largo y ancho de Latinoamérica, anclados a las malas cifras económicas y sociales que recorren la región, así como en la lentitud e ineficacia para hacerles frente. Como entidades cuya razón de ser es la sociedad en la que operan, las empresas están llamadas a desempeñar un papel activo, ya no solo funcional a través de sus productos y servicios, sino también contribuyendo a superar este tipo de sentimientos y actitudes con una propuesta de valor honesta y relevante para mejorar la vida de las personas.
Abundan los estudios e investigaciones que dan cuenta de la importancia que la ciudadanía está otorgando a los valores que representan las marcas, así como su aporte a la sociedad a través de causas concretas. Como se expresó en el seminario que mencionamos, que una marca decida no participar en el debate público ni adoptar posiciones en relación al quehacer de la sociedad es perfectamente válido, pero debiera ser fruto de una profunda reflexión y bajo la certeza de estar entregando valor con su oferta. Otra cosa equivale irremediablemente a la pérdida de relevancia y sustentabilidad. Claramente, atribuir a las marcas la responsabilidad sobre la transformación de los fenómenos sociales que enfrentamos es excesivo, pero tienen un rol. Es difícil permanecer pasivas en estos tiempos, donde su comportamiento es constantemente revisado. Pese a ser tiempos complejos y desafiantes, la posibilidad de forjar un mejor futuro existe, por supuesto, así como las oportunidades. Es momento de que la reflexión y el análisis profundo acompañe todas las decisiones. Los datos nos indican también el camino a seguir.
Las personas tienen expectativas y esperanzas depositadas en las marcas, quizás más que nunca antes, y si bien les exigen mucho, también esperan y anhelan que les ayuden a vivir mejor, les den seguridad en medio de las incertidumbres con las que convivimos, beneficien a la sociedad en su conjunto y utilicen con sabiduría y generosidad la posición privilegiada en que se encuentran. No es fácil, pero los desafíos siempre han estado presentes en la vida de cualquier compañía, y hoy no es la excepción. Tenemos las herramientas para hacerlo y el coraje para tomar riesgos. Es el tiempo de actuar.
Fernando Mora, Presidente de ANDA