Santiago Valdés Birrel Director ANDA Gerente Carozzi División Chile.
Sellos con más y mejor información.
Parto con dos datos reveladores: el 87% de los chilenos es sedentario y el 74% tiene sobrepeso u obesidad. En la industria estamos conscientes del peso de estas cifras: la obesidad es un problema grave y los indicadores revelan que sigue en aumento. Ante ello, las empresas dedicadas a la fabricación de alimentos tenemos la responsabilidad de hacer esfuerzos conjuntos con el sector público y la sociedad civil para contribuir a una solución. Lo primero es tener conciencia de que ésta es una enfermedad multifactorial y debe atacarse desde distintas aristas, como la educación para mejorar los hábitos alimenticios, disponer información clara y transparente para que los consumidores puedan tomar mejores decisiones de alimentación y combatiendo el sedentarismo a través de la actividad física, entre otras.
Durante los últimos años, una de las herramientas en que las autoridades han puesto su convicción para la lucha contra la obesidad es la Ley de Etiquetado, la que entre sus objetivos pretende promover una oferta de alimentos más saludables, que las personas puedan tomar decisiones más informadas, saber qué están consumiendo y en función de eso elegir alimentos más saludables.
Santiago Valdés Birrel
Director ANDA Gerente Carozzi División Chile.
La industria cumple la norma y apoya sus objetivos, pero ello no quita que exista preocupación por algunos errores que se han generado en la implementación de la ley, que requieren ser enmendados. Por una parte, tanto la industria como especialistas del mundo académico han detectado incongruencias en la aplicación de los sellos derivados del establecimiento de límites en base a 100 g ó 100 ml como únicas medidas de medición. Si bien este parámetro permite estandarizar la comparación entre alimentos similares, no distingue entre distintas categorías y no coincide siempre con los formatos de consumo individual, lo que genera distorsiones en algunos rotulados: se presentan casos en que un producto individual tiene altas cantidades de un nutriente crítico, pero no lleva sello, o bien, otros casos en que un producto está obligado a llevar sello pese a tener una baja cantidad del nutriente en un envase.
Esta situación atenta contra uno de los objetivos de la ley, pues no favorece la selección informada de alimentos, pudiendo los consumidores creer que la ausencia de sellos en un producto es aval de consumo saludable y posiblemente ilimitado; un hecho que ha sido advertido públicamente por varios nutricionistas a través de columnas y estudios.
El parámetro de 100 g/100 ml castiga a los formatos pequeños, desincentivando al mercado a generar y promover porciones mesuradas y razonables. Esto último va en la dirección contraria de lo que internacionalmente se recomienda, es decir, incentivar la reducción de porciones de consumo para mejorar los indicadores de obesidad y sobrepeso, sobre todo en el caso de los niños, tal como hoy se hace en Europa. La propia OMS ha establecido que “limitar el tamaño de las raciones puede ser una intervención eficaz para evitar comer en exceso y posiblemente reducir el riesgo de sobrepeso y obesidad entre los niños”, mientras que un estudio elaborado por McKinsey en 2014 sobre la eficiencia de 74 medidas para combatir la obesidad en el Reino Unido concluyó que el control de porciones es la medida más efectiva a nivel costo efectividad.
Con la tercera etapa de la ley, se calcula que el 60% de los alimentos envasados tendrá sellos de advertencia. En algunas categorías de alimentos esta cifra llega casi al 90%. En este escenario, para los consumidores se hace cada vez más difícil comparar entre productos de una misma categoría que tienen los mismos sellos. Ello, pues es sabido que la tabla nutricional en el reverso de los empaques no es de fácil comprensión. De ahí, entonces, que agregar más información a los sellos frontales podría ser determinante para elegir mejor.
Esto motivó a que desde Carozzi impulsemos una propuesta de perfeccionamiento del rotulado, a través de la cual le hemos planteado al Ministerio de Salud agregar más y mejor información a los mismos sellos, sin modificar mayormente el diseño y manteniendo inalterable su funcionalidad. Los sellos “Alto en” informarían el contenido del ingrediente o de calorías totales de acuerdo con la porción real de consumo (en formatos individuales corresponde al contenido de todo el envase). Además, se incluiría en los mismos sellos el porcentaje de recomendación diaria de las calorías o del nutriente. Todo ello ayudaría al consumidor a saber exactamente lo que va a comer e incentivar con ello un consumo no excesivo.
La propuesta fue sometida por Cadem a 1.000 personas mayores de 18 años de todos los grupos socio-económicos a nivel nacional, quienes no solo la evaluaron positivamente, sino que destacaron sus ventajas por sobre los sellos actuales: un 89% señaló estar de acuerdo o muy de acuerdo con que exista una modificación de los sellos en base a la propuesta. El estudio comprobó también que los sellos con más información permitieron a los encuestados distinguir mejor entre alimentos similares.
El etiquetado debe ser una herramienta precisa e incuestionable, que favorezca la selección informada de los productos alimenticios. Por ello, creemos que es necesario hacerse cargo de los problemas detectados y consensuar los ajustes que se requieren para que las personas puedan saber exactamente lo que están consumiendo y tomar mejores decisiones de alimentación. Hoy se da una oportunidad única para que la industria, el sector público, la academia y la sociedad civil hagamos un esfuerzo conjunto para consensuar los ajustes que correspondan y desarrollar acciones integrales que apunten el objetivo de combatir el sedentarismo y prevenir la obesidad. La responsabilidad es de todos.