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Nada sobra

nada sobra

 

Cada año, cerca de 250.000 personas en situación de vulnerabilidad social son beneficiadas por Red de Alimentos, una ONG creada por el empresario argentinosueco radicado en Chile Carlos Ingham, que se constituyó el 2010 como el primer banco de alimentos en Chile.

 

La corporación recibe alimentos y artículos de primera necesidad que les entregan diversas empresas productoras, distribuidoras y comercializadoras, para distribuirlos entre personas en situación de vulnerabilidad, atendidas u organizadas a través de organizaciones sociales de derecho privado y sin fines de lucro, las que, además de estar formalmente constituidas, deben previamente ser validadas e incorporadas en un registro del Servicio de Impuestos Internos. Además, los beneficiarios y sus necesidades son chequeadas por Red de Alimentos, para asegurar distribuir los productos rescatados a quienes más los necesitan.

 

“Red de Alimentos hoy es una de las ONG con mayor alcance en nuestro país, beneficiando cada año a cerca de 250.000 personas en situación de vulnerabilidad social, que son asistidas por diversas instituciones. Así, unimos más de 150 empresas con 287 organizaciones sociales, entre las que hay hogares de niños, de ancianos, comedores sociales, centros de rehabilitación o de atención a personas en situación de calle, entre muchas otras. Con ello, logramos generar un triple impacto positivo en materia social, económico y medioambiental”, explica María Eugenia Torres, gerente general de Red de Alimentos.

 

Carlos Ingham conoció en 2003 el modelo de banco de alimentos en la ciudad de Buenos Aires y quiso implementarlo en el país.

 

Sin embargo, la normativa legal vigente desincentivaba este tipo de iniciativas, ya que las empresas debían demostrar la destrucción de sus mermas ante el Servicio de Impuestos Internos para poder reconocerlas como gasto necesario de su giro. Tras siete años de trabajo con las autoridades de diversos gobiernos, en 2009 el SII estableció las condiciones para se pudiese implementar el modelo de rescate y distribución de alimentos, permitiendo a las empresas ligadas a esta industria, entregar a instituciones sin fines de lucro sus productos no comercializados con el objetivo de distribuirlos a población en situación de vulnerabilidad o de escasos recursos.

“Carlos, Calú para sus amigos, se dio el trabajo de convencer a las autoridades de más de un gobierno y finalmente logró el cambio de ley. Luego fue a convencer a los empresarios, uno a uno, para que le confiaran la delicada tarea de distribuir sus alimentos a quienes más lo necesitaban. Una importante barrera es la idea de la merma. Hay quienes piensan en donar sólo los alimentos que están por vencer, o los mal rotulados, pero esto va mucho más allá. Calú nos abrió los ojos a que esto no es un tema de merma. Es ampliar la mirada de lo que significa trabajar en la industria de los alimentos y la responsabilidad social que esto significa”, dice Jorge Armstrong, socio director de agencia Strong y director de Red de Alimentos.

 

logistica eficiente

 

Los productos que entregan las empresas a esta organización son recibidos en su propio centro de distribución, donde se validan sus perfectas condiciones para consumo y las fechas de vencimiento. En el caso de frutas y hortalizas, se seleccionan y estandarizan gracias al apoyo de voluntarios. Luego se asignan a las diversas organizaciones sociales de acuerdo a la capacidad de consumo de sus beneficiarios, las que los retiran desde las dependencias de Red de Alimentos para llevarlos a sus instituciones y entregarlos a las personas que los necesitan.

 

red de alimentos

 

El año 2018, la organización desarrolló e implementó, gracias al apoyo de Google y Walmart, la plataforma tecnológica Red Virtual, que ha permitido apoyar con tecnología los procesos. Es un algoritmo multivariable que automatiza la asignación de productos basada en la capacidad de consumo y requerimientos de los beneficiarios finales, facilitando además la coordinación con las empresas y las organizaciones sociales. Por otra parte, permite el rescate de productos en menores volúmenes y en ciudades donde no se cuenta con centros de distribución, coordinando el proceso y culminando con el retiro directo de la organización beneficiaria en las instalaciones de la empresa, lo que permite la expansión de nuestra labor a nivel nacional.

 

“Se lleva un registro muy detallado de los alimentos repartidos y de las futuras necesidades de cada fundación. Esto último es clave, porque muchas veces anticipamos los alimentos que sabemos van a necesitar y vemos si es posible pedir ayuda a los donantes”, detalla Jorge Armstrong.

 

apoyo de las empresas

 

Esta operación se financia principalmente gracias al apoyo de empresas privadas, que contribuyen con financiamiento (de acuerdo a lo establecido en la Ley de Donaciones Sociales) y con servicios, como son los legales, publicitarios, auditorías, mantención de maquinarias, medición de impacto medioambiental, entre muchos otros. Por otra parte, como la mayoría de los bancos de alimentos del mundo, las organizaciones sociales que son beneficiarias también colaboran con una parte del financiamiento de los gastos de rescate y almacenamiento de los distintos productos, a través de un aporte social que, aunque cubre una porción pequeña de dichos costos, permite la sustentabilidad del modelo, además de dignificar y racionalizar las entregas y mantener un compromiso mutuo.

 

“Las empresas son fundamentales en el modelo de nuestro banco de alimentos, ya que depositan su confianza en nuestra labor y en que día a día nosotros custodiamos sus marcas haciendo llegar sus productos a quienes realmente lo necesitan”, dice la gerente general de la iniciativa.

 

Armstrong complementa: “Las empresas donantes han sido nuestro mejor aliado. No sólo nos aportan los alimentos, además se involucran en la relación con las fundaciones y forman parte del comité asesor que orienta y da directrices de cómo mejorar cada día. De verdad es un gran ejemplo de sinergia y trabajo entre empresarios y fundaciones”.

 

impacto triple

 

Red de Alimentos es una iniciativa que tiene triple impacto: social, medioambiental y económico. En el primero, al distribuir alimentos y productos de primera necesidad a personas que no tienen acceso regular a éstos, se mejora su nutrición y calidad de vida. A su vez, las organizaciones sociales receptoras, pueden ahorrar costos en estos ítems y redistribuir esos recursos a otras necesidades de sus beneficiarios o instalaciones. Así, acceden a una mayor cantidad, calidad y variedad de productos, disminuyendo sus esfuerzos para obtenerlos.

 

El impacto medioambiental de este modelo también es muy relevante, considerando que el desperdicio de alimentos genera el 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. En los 9 años de operación, la Red ha rescatado más de 33 millones de kilos de comida y artículos de primera necesidad, evitando la emisión de más de 77.000 toneladas de CO2, de acuerdo a la medición de GreenLab – Dictuc de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

 

Al evitar el desperdicio de estos bienes, se evita también que sean desechados todos los insumos utilizados en su producción, como el agua y muchos otros, logrando así que este modelo genere un importante impacto económico. Por otro lado, las empresas socias de la Red aumentan la sostenibilidad de su operación no destruyendo sus productos y, al mismo tiempo, ahorrando en costos de destrucción, optimización del espacio en sus bodegas, además de desarrollar y consolidar su responsabilidad social empresarial, generar compromiso y fortalecer el vínculo con sus colaboradores y la ética laboral a través de voluntariado corporativo y campañas especiales. Todo este aporte es canalizado de una manera ordenada, eficiente y trazable a través del banco de alimentos.

 

“Tenemos una serie de desafíos que ya estamos trabajando, entre los que destaca la expansión nacional de la Red Virtual, implementándola en toda ciudad donde haya productos para rescatar y personas que los necesiten, continuar nuestro trabajo de ampliación del mix nutricional -con foco en frutas, hortalizas, panadería, carnes, huevos, pastas y arroz-, la recuperación de más pañales y productos de higiene personal y continuar trabajando para establecer un marco legal sólido para el rescate de estos productos y que establezca incentivos para seguir avanzando en Desperdicio 0 y Hambre 0. Todo ello lo resumimos en: #NadaSobra”, concluye María Eugenia Torres.

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