Lorenzo Gazmuri, presidente de ICARE: “Diálogo, colaboración y consensos, ése es el camino”
LAS GRANDES ESPERANZAS PASAN NECESARIAMENTE DICE EL EJECUTIVO, POR ABORDAR LOS PROCESOS EN CURSO CON RESPETO, DIÁLOGO Y ACUERDOS.
“La primera gran conclusión es que el país vive un momento único, fundacional, que marcará las próximas décadas”, dice Lorenzo Gazmuri, presidente de ICARE, sobre la última versión de ENADE, celebrada de manera presencial y telemática con el título “Spes Magna”.
“La superación de la pandemia, la recuperación de la crisis económica y el inicio del proceso constituyente generan grandes esperanzas y se desenvuelven en momentos en que el país tiene grandes desafíos que debe enfrentar con urgencia”, agrega Gazmuri.
Destaca en segundo término la convocatoria del encuentro, que reunió a cerca de un millón y medio de personas a través de las distintas plataformas de transmisión.
“Lo tercero está relacionado con el lema con que se convocó: “Spes Magna” o “Grandes Esperanzas”. Para concretarlas, es urgente el diálogo social y político, así como el diseño de políticas públicas que, evitando el populismo, se hagan cargo delas deficiencias que dieron origen al estallido social, y de las grandes oportunidades que tenemos por delante para recuperar un crecimiento robusto, más igualitario e inclusivo. Depende solo de nosotros que concretemos estas grandes esperanzas”.
Una de las sesiones tenía que ver con los desafíos del capitalismo y la democracia, ¿cuáles fueron las reflexiones al respecto?
Existe consenso en dos realidades: primero, que el capitalismo ha demostrado su capacidad para generar riqueza, innovación y desarrollo y sacar a millones de seres humanos de la pobreza. Por otra parte, en los últimos años se han agudizado las diferencias, tanto por la globalización como por la economía digital, que genera grandes desarrollos, pero también sectores de la población que se sienten excluidos y que no perciben los beneficios del desarrollo.
Esto, sumado a la pérdida del sentido de comunidad, fruto de la competencia exagerada y del individualismo. Frente a ello, enfrentamos el desafío de construir un capitalismo que rescate toda la fuerza creadora de valor, pero que reduzca la desigualdad y la marginación, recuperando el sentido de comunidad perdido. Es un desafío no solo para las empresas, sino que para la sociedad en su conjunto. Las presentaciones de Paul Collier y de Matt Ridley nos mostraron el camino y transmitieron optimismo respecto al futuro de la humanidad.
¿Con qué enfoque mira ICARE este año, y cómo piensa que hay que abordar los desafíos que enfrenta el país?
ICARE quiere ser siempre un punto de encuentro para generar las mejores conversaciones en torno a los temas país y los desafíos que enfrentan las empresas y la sociedad. El espacio para la colaboración, el diálogo y la búsqueda sistemática de los consensos es tan significativo, que esperamos poner el foco en ello. Solo días antes de ENADE, ICARE profundizó en esta vocación de encuentro en que funda su misión, al constituir el llamado “Grupo de Diálogo Social”, integrado por destacados representantes de los mundos sindical, de la empresa, de la academia e incluso de la magistratura laboral, para realizar un trabajo sistemático que, si todo sale bien, le ofrezca al país propuestas para hacer del mundo del trabajo un lugar de diálogo permanente, de acuerdos, equidad y sustentabilidad. Seguiremos creando estos espacios, diálogo, colaboración y consensos, ése es el camino.
Considerando que el fin de la crisis sanitaria aún no está cerca, ¿qué medidas considera fundamentales para que el país salga adelante en cuanto a su economía?
Vemos con mucha satisfacción la eficacia y eficiencia con que el país está enfrentando el proceso de vacunación masiva. Ello nos hace ser optimistas sobre el incipiente proceso de recuperación económica. Si enfrentamos el proceso constituyente con espíritu de diálogo y acuerdos, también será una contribución positiva. También es importante que todos los actores políticos aíslen a las minorías violentistas. Estos son requisitos fundantes del proceso de recuperación. Asimismo, hemos sido reiterativos en que las grandes reformas que apuntan a resolver los déficits que están detrás del estallido social no pueden esperar la conclusión del proceso constituyente y deben ser abordadas desde ya. Me refiero al sistema previsional, al combate a la delincuencia y al narcotráfico y la situación de los pueblos originarios.
La pandemia ha afectado fuertemente al empleo y muy en particular al empleo femenino, por lo que debe avanzarse en una legislación sobre el trabajo que está pendiente desde hace años y que debemos abordar hoy con sentido de urgencia.
¿Qué oportunidades ven en este contexto para el desarrollo del país?
Sin duda el proceso constituyente es una gran oportunidad, pero que también genera incertidumbre y riesgos. El país debe recuperar el vigor económico y el crecimiento. ENADE nos mostró las múltiples oportunidades que Chile tiene para lograrlo, pero ello ocurre en un mundo competitivo. A modo de ejemplo, las oportunidades en torno a la energía verde son muy significativas, pero debemos movernos con rapidez. Todo lo que hagamos para despejar las incertidumbres institucionales será relevante para aprovechar esas oportunidades.
La contingencia que vivimos, incluido el estallido social y la pandemia, han generado un nivel de desempleo que debemos recuperar urgentemente. Las tareas son muchas y el desafío es enorme.
¿Qué expectativas tienen del proceso constituyente y los contenidos que ahí se recojan para la nueva Constitución?
El proceso constituyente definirá su éxito o fracaso en la medida que logre acuerdos relevantes para la marcha futura del país sin desandar los enormes logros que se han alcanzado en las últimas décadas. El sistema establecido para redactar la nueva Constitución prácticamente obliga a llegar a acuerdos. La peor Constitución sería aquella que deje contento a un sector y no interprete a otro. Debemos pensar en una Constitución que no coarte la capacidad creadora, que otorgue seguridad a las instituciones, que garantice el derecho de los padres a decidir e incidir sobre la educación de sus hijos y un orden público económico compatible con la modernidad. Para ello se requiere consensos y confiamos en que primará el diálogo por sobre la confrontación, por el bien de Chile.