Rodrigo Jordán invita a cambiar la mirada
El cambio de mirada que propone Rodrigo Jordán
Flexibilidad, generosidad, trabajo en equipo y, sobre todo, integrar la participación horizontal de la comunidad y los territorios en todo tipo de iniciativas, es fundamental para navegar el futuro, dice el presidente de la Comunidad de Organizaciones Solidarias y Premio ANDA 2010.
Reconocido el 2010 como Premio ANDA por sus aportes a través de su multifacética carrera en el desarrollo del marketing y las comunicaciones comerciales, Rodrigo Jordán tiene un currículum tan extenso como variado. Es fundador y presidente de Vertical, profesor de la Escuela de Administración de la Pontificia Universidad Católica, presidente de la Comunidad de Organizaciones Solidarias, fue presidente de la Fundación para la Superación de la Pobreza y director de Canal 13, y lideró la primera expedición sudamericana en llegar a la cumbre del Everest, en 1992, repitiendo la hazaña en dos oportunidades más.
Esta trayectoria lo ha posicionado como un líder de opinión a la hora de hablar de desarrollo social y superación de la pobreza, así como de la forma de seguir adelante.
Usted ha dicho que se necesita un cambio de mentalidad, ¿hacia dónde apunta ese cambio?
Estamos enfrentando esta crisis de pandemia que es brutal y que se transformó en una crisis humanitaria también. Pero hay otras crisis que están presentes en nuestra realidad actual: la crisis económica mundial, la crisis de la sequía en Chile, la crisis social, que tuvo como consecuencia el estallido, pero que no está solucionada sino tal vez postergada o incluso agravada por la pandemia y, por supuesto, la crisis ecológica, que es muy profunda. Estamos enfrentando una serie de desafíos y lo que ocurre es que, muy contrariamente a lo que Francis Fukuyama dijo del término de la historia, estamos empezando la historia, un siglo XXI muy agitado, y lo que yo digo –no lo digo yo sino mucha gente- es que son desafíos adaptativos. Esto significa nuevas formas de pensar; cito mucho a pensadores muy connotados que dicen que los sistemas habituales de reflexionar sobre qué hacer están bien pero mucho más importante es cómo pensamos distinto y cómo vemos la realidad de una forma diferente y nos ponemos nosotros, los que vemos esa realidad, como sujetos de cambio. No es solo lo que yo hago, que lo puedo hacer distinto, sino que cómo yo me veo a mí mismo mirando esa realidad. Mi caso personal que doy como ejemplo de esa nueva mirada es con respecto a la pobreza. Lo difícil y complejo es que el estilo de hacer las cosas no cambia de A a un estilo B que ya está definido, sino que pasa de un estilo A a un estilo tremendamente ágil, distinto, difuso, que no es concreto. No es pasar, voy a inventar, de un estilo de liderazgo autoritario a un liderazgo democrático, o de un liderazgo directivo a uno participativo. Es pasar a un trabajo de liderazgo y equipo muy ágil y flexible, donde los dogmas, de cualquier tipo, son tremendamente dañinos, porque tengo que enfrentar con mucha adaptabilidad esa realidad. Lo que hago hoy mañana lo cambio y pasado mañana lo vuelvo a cambiar, y cometo errores pero aprendo de ellos, debe haber mucha flexibilidad en esos modelos de pensar.
¿Cómo entran en esto las empresas y sus marcas?
Pienso que uno de los principales desafíos que enfrentamos es la segregación por capas de la sociedad: las élites, las capas intermedias y las capas de personas más vulnerables, sin vinculación entre ellas. Esto ocurre fuertemente en América Latina y particularmente en Chile, y no tanto en los países europeos o Nueva Zelandia. Cuando se dice que esos países han enfrentado mejor la crisis, es que tenían a la base una construcción social distinta a la nuestra, donde la integración social es mucho mejor. Lo que yo propongo es que, no solo en el mundo empresarial sino que las elites, el mundo político, económico, social, incluso las religiones, tengan un contacto mucho más fluido y directo con la ciudadanía. Esto se viene discutiendo hace mucho tiempo, la regionalización, la importancia de los territorios, las decisiones que se toman centralizadamente, empresarial y gubernamentalmente desde Santiago y no consideran las diversidades de los territorios, de las poblaciones, de las distintas personas. Esto es bien impresionante, yo hablo con muchas organizaciones y empresas y tienen una disposición muy buena. La intención es ‘quiero colaborar, ayudar, qué hago, cómo lo hago, dónde ayudo’, etc. Hay muy buena disposición pero esconde, y eso es lo que yo invito a revisar, lo que yo llamo una “arrogancia inconsciente”. No soy consciente pero soy arrogante, digo ‘yo tuve la oportunidad, estudié, tuve los recursos, tengo el conocimiento, entonces te voy a ir a ayudar a ti que no tuviste esa oportunidad’. Hay una estructura de arriba hacia abajo, yo tengo y tú no, yo sé y tú no. Eso que, insisto, es inconsciente, hay que cambiarlo por una “humildad consciente”, en que yo hago el esfuerzo y construyo algo pero lo pregunto, indago, lo voy a probar con esa ciudadanía, no lo construyo a partir de lo que yo creo, sino que consulto la idea en los barrios, en los territorios, con los trabajadores, etc. Eso me parece que es un cambio muy fundamental. Hacer generalizaciones en esto es extremadamente difícil, a mí no me gustan, la diversidad en la sociedad es mucho más grande, pero sin duda alguna que, por ejemplo, en relación con la responsabilidad social empresarial, en muchas empresas se hizo a partir de ellas pensaban que debía ser, y no a partir de preguntarle a la ciudadanía que iba a recibir eso. No digo en todas, pero en muchas se hizo en un sistema top down, yo sé y tú no sabes. Lo que yo invito ahora es a tener esta humildad consciente y poder trabajar con el territorio, las poblaciones, la ciudadanía, las personas. Soy presidente de la Comunidad de Organizaciones Solidarias, donde somos como una bisagra, organizaciones de la sociedad civil que reciben fondos, capacidades, trabajo del mundo empresarial, y lo entregamos al mundo social. Pero en vez de ser una bisagra, tenemos más bien que hacer una mesa entre los 3: los beneficiarios, las empresas y las organizaciones sociales.
¿Cómo valora la reacción de las empresas frente a esta crisis?
Yo no soy especialmente crítico de las medidas para satisfacer la urgencia. Por ejemplo, todo el tema de las cajas de alimentación, OK, en la urgencia hay que entregar cajas porque la gente tiene hambre, pero no son soluciones de mediano y largo plazo. Mahatma Gandhi decía una cosa que es muy fundamental, y en eso de nuevo aparece esta humildad consciente: la acción que yo voy a hacer respecto de esa persona, ¿le va a devolver la capacidad de construir autónomamente su futuro, o lo voy a someter a ser dependiente de esa caridad para siempre? En la urgencia, la caja está bien, hay que ayudar, pero claramente no potencia las capacidades, los activos que esa familia tiene para surgir por sí misma, sino que incluso la somete a quedar dependiente de ese servicio de alimento. Lo que nosotros planteamos es que hay medidas de urgencia que hacer pero también, y en eso el acuerdo nacional es muy importante, donde se acaba de aprobar el ingreso familiar de emergencia, porque eso me entrega a mí el poder de decidir qué hago con esa plata y también fomenta la economía local, porque en vez de recibir una caja preparada quién sabe dónde, voy y compro en el almacén del mismo barrio, y así genero todo un ambiente de economía local. En principio, no tengo objeción per se respecto de las cajas, pero sí en la profundidad de las acciones que se están haciendo. Lo que le pedimos como organizaciones de la sociedad civil a las empresas, al gobierno, al Estado, a los que pueden, es que ayuden pero que también piensen en estas medidas de mediano y largo plazo. Me han invitado a hacer presentaciones porque hay preocupación en las empresas, por ejemplo, Copec, Banco Santander, que entienden que están ayudando concretamente pero también están preocupadas de cómo accionar una vez que esta pandemia pase, esperemos que lo más pronto posible, en una inversión social de más largo plazo.
¿Qué tienen que aportar las comunicaciones y los medios en este contexto?
No soy un experto en comunicaciones y no tengo ninguna posibilidad de analizar, pero sin duda alguna que las redes sociales han influido en forma dramática en la percepción de la realidad. Hace 20 años eran 2 o 3 canales de televisión y un par de periódicos y listo, ésos eran los medios de comunicación, hoy es totalmente diverso, distinto, etc. Lo que le pediría a los medios de comunicación, a nivel editorial, es una cierta responsabilidad en lo que están haciendo. A qué me refiero: una forma de buscar sintonía es poner A con Z en el estudio y que discutan fuertemente, y por lo tanto yo, como medio, incentivo que A y Z tengan una discusión porque eso genera sintonía, está bien y hay que conocer la opinión de A y Z. Pero también que dé un espacio muy profundo para todo el grupo del centro que está tratando de trabajar, colaborar, que está buscando acuerdos, que busca ser generoso. Creo que, en general, ese espacio falta y, de nuevo, me cargan las generalizaciones y sé que hay medios que en particular hacen una cosa distinta, pero llevar esto de la confrontación constantemente, no aporta. Es importante mostrar las ideas contrarias, pero también reportear, estudiar, analizar a todos los que están trabajando y dejando de lado sus dogmas por tratar de colaborar, reconocer esas acciones. Yo creo que todavía se le puede pedir un poco más a los medios de comunicación.
Con todo, ¿cómo proyecta el futuro a mediano plazo?
Soy optimista 100%, con todo lo grave y dramática que es esta crisis y sus consecuencias en la vida de las personas, en la pobreza y, como lo dijo el ministro de Hacienda, en que Chile va a ser un país más pobre. Y el mundo entero también: la Cepal está dando datos de que millones de personas van a caer en pobreza, es dramático. Pero, por ver cierto aspecto más positivo de esta crisis, yo creo que se genera un reconocimiento a una ciudadanía que estaba bastante oculta. De alguna forma valorábamos, y los medios de comunicación, al gran emprendedor que tenía éxito, al gran deportista que llegaba a Europa, al gran vocalista del conjunto, a los que tenían grandes éxitos, lo que está muy bien, es perfecto que todos tengan éxito, pero se valoraba y reconocía mucho menos el rol de los ciudadanos con trabajos más cotidianos respecto de la importancia que tienen en la sociedad. Las personas que retiran la basura, por ejemplo, los guardias, los conserjes, para qué decir la primera línea en salud, que es una cosa impresionante. La valoración, el darnos cuenta que todas esas personas construyen esta sociedad de la cual todos somos parte, puede hacer un cambio muy profundo en como miramos esta sociedad, donde dejamos de lado un cierto individualismo y trabajamos más por lo colectivo, por lo más global. Estoy bien esperanzado de que esta crisis nos lleve a mirar de nuevo esa parte de nuestra sociedad.