Oportunidades de mercado en el consumo responsable
Una parte importante de los problemas medioambientales que amenazan hoy en día a nuestro planeta son causa y consecuencia de nuestra forma de consumir; es decir, es debido al consumo en exceso de recursos, así como de prácticas de consumo que son perjudiciales para el medio ambiente. No obstante, en el último tiempo se observa un cambio en las pautas de consumo de una parte de la población hacia estilos de consumo más responsables con el entorno.
En efecto, el consumo responsable es visto hoy no sólo como resultado del cambio de valores, ocurrido en mayor medida en los países desarrollados, sino además como prácticas conscientes de consumo y elección de productos (o contratación de servicios) que llevan a un equilibrio en la cadena de consumo. Esto es así porque el consumo responsable tiene como objetivo integrar los aspectos sociales, ambientales y éticos en las decisiones de compra, al mismo tiempo que se garantiza un consumo con el menor impacto posible del medio ambiente.
De esta manera, los consumidores comprometidos con esta forma de consumo son personas informadas que buscan minimizar la huella ecológica con sus acciones y ejercer un efecto positivo en la sociedad. Estas personas hacen un consumo consciente y crítico, por cuanto tienen una actitud y una forma de vivir que implica consumir menos y que aquello que se consuma sea lo más sostenible y solidario posible.
Pero ¿por qué las empresas encuentran una oportunidad de mercado en la formulación de propuestas de valor que se dirigen a los consumidores sostenibles? Las compañías pueden identificar oportunidades de negocios en comportamientos sociales que están siendo adoptados con mayor fuerza por la población. En aquellos países donde el consumo responsable pasa a ser parte de los valores, normas y principios compartidos por la población, se presenta la cultura de la sostenibilidad, la cual se caracteriza porque los individuos adoptan un nuevo estilo de vida en el que la protección del medioambiente está presente en todas sus actividades cotidianas.
En consecuencia, las compañías comprenden que el consumo no es una actividad que solamente se limita a la satisfacción de las necesidades básicas de una persona. Sino más bien, en el consumo, hay de manera implícita una serie de valores simbólicos de carácter sociocultural que hacen de esta actividad -el consumir- algo más complejo. Es así porque las personas utilizan los productos para proyectar la imagen que tienen de sí mismas, y en este sentido, además de comprar productos (o servicios), lo que buscan es sentir que están construyendo un mundo sostenible, equilibrado y saludable que contribuye a mejorar las condiciones y la calidad de vida de las personas que habitan este planeta y de las generaciones futuras.
Dado esto, las empresas tienen la posibilidad de hacerse parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que se presentan como un plan maestro para conseguir un futuro sostenible para todos y todas. Estas corporaciones encuentran oportunidades de mercado en lo que respecta a “aprovechar recursos que no están siendo utilizados”, tal como ocurre con la fabricación de vasos con botellas recicladas, con la elaboración de muebles con pallets de madera, y con la venta de ropa reutilizada.
Sin embargo, las empresas que se orientan al consumo responsable también identifican oportunidades de mercado en “satisfacer necesidades de mejor manera”, ya que reconocen que los individuos eligen los productos no sólo por su precio o su calidad, sino además porque son respetuosos con el medio ambiente y porque las empresas que los elaboran son socialmente responsables al cumplir con los derechos humanos y con los principios de justicia social; esto implica, entre otros aspectos, que las compañías productoras no hacen uso de mano de obra precarizada, no se aprovechan de las imperfecciones de los mercados de países más pobres, y tampoco adoptan prácticas de discriminación por identidad de género y orientación sexual. Por consiguiente, las empresas tienen la posibilidad de innovar en sus propuestas de valor, por cuanto la tendencia del consumo responsable trae consigo la configuración de un nuevo tipo de cliente. Quienes manifiestan este comportamiento de compra comprenden que el consumo responsable puede ser una herramienta poderosa a la hora de crear un cambio en nuestra sociedad y en nuestro planeta, y por consiguiente un elemento clave para construir un fututo sostenible. Es decir, estos individuos reconocen que la responsabilidad social en el consumo posibilita que las necesidades que como sociedad tenemos en el presente se satisfagan sin sacrificar las posibilidades de seguir haciéndolo en el futuro.
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