Las inversiones de impacto, un fenómeno que ya no es una moda y está en la mira de todos

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Un estudio de 2018 de la consultora Nielsen determinó que el 80% de la Generación Z y los Millennials quieren que las empresas implementen políticas ESG (criterios medioambientales, sociales y de gobernanza, por su sigla en inglés). Cuesta identificar un punto de partida del cambio cultural que atravesamos, pero ese dato que ya tiene cuatro años, puede ser un buen diagnóstico de la época

Actualmente, las personas continúan demandando productos y servicios sustentables, comprometidos con la temática social y ambiental, lo que genera que las inversiones de impacto dejen de ser un rubro incipiente y pasen a estar en el centro de la escena.

Un dato revelador surgió del Global Impact Investing Network: el mercado de inversiones con impacto ya representa 715 mil millones de dólares. El dato se vuelve aún más relevante para Latinoamérica ya que los expertos de este ecosistema marcan la oportunidad que representan los mercados emergentes. Puntualmente en Chile, la cifra supera los 390 US$ millones, según un informe de la Asociación Chilena Administradora de Fondos de Inversión.  

Lejos de una posición filantrópica, hay una explicación detrás de este cambio de mirada del “capitalismo salvaje” a una proliferación de organizaciones financieramente rentables y con políticas ESG.

La consultora Deloitte menciona cuatro factores principales:

En primer lugar, las oportunidades macroeconómicas: en 2019 se perdieron 137 mil millones de dólares por catástrofes naturales y los objetivos de emisiones netas del Acuerdo de París empezaron a quedar lejos.

En segundo lugar, el papel de los inversores institucionales: el ejemplo más emblemático es el de Larry Fink, CEO de BlackRock, que en la carta anual de 2020 dijo que el ”riesgo climático es riesgo financiero”.

En tercer lugar, el compromiso de las empresas, que son más de 1600 apoyando la Task Force on Climate-Related Financial Disclosures, un grupo de trabajo integrado por líderes del sector privado de todo el mundo; y, en cuarto lugar, la normativa que empezó a cambiar a nivel global con, por ejemplo, la Reserva Federal de Estados Unidos comprometiéndose a colaborar en un sistema financiero “más verde”.

Sin embargo, el crecimiento de las inversiones de impacto parece no ser suficiente para alcanzar los objetivos dispuestos en el Acuerdo de París. El laboratorio Climate Policy Initiative calculó en 2021 las inversiones exclusivamente abocadas al cambio climático y, si bien identifica una duplicación en los últimos diez años, para lograr lo esperado en 2050 se debería incrementar en un 590%.

No hay fórmulas mágicas, pero el informe deja algunas pistas. Por ejemplo, el 90% del financiamiento mundial fue para la mitigación, mientras que solo el 7% se dedicó a proyectos de adaptación y el 3% a acciones duales. Claro está que la mitigación es un buen primer paso, pero si es la única estrategia no será suficiente. De hecho, el camino hacia un futuro regenerativo, inclusivo y sostenible, necesita revertir y no solamente compensar esta huella social y ambiental. 

Según el Private Equity International’s Impact Investor, hay cuatro claves para el futuro de las inversiones de impacto: los mencionados mercados emergentes; el uso de la tecnología (inteligencia artificial, hidrógeno verde, entre otros) para hacer los procesos más eficientes; la recolección de datos para medir, monitorear el rendimiento y establecer una métrica consensuada de impacto; las regulaciones que moldean las estrategias; enfrentar al impact washing como una amenaza real; y apalancarse en el impacto para atraer el talento de las nuevas generaciones.

Los nuevos consumidores e inversores están atravesados por una conciencia más profunda respecto al impacto económico, social y ambiental. El cambio ya comenzó a gestarse, el desafío reside en robustecer y solidificar el trabajo realizado para que el impacto esté a la altura de lo que el mundo necesita.  

Daniel Tricarico, CEO de ImpactLatam

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