El valor agregado de la geointeligencia para los negocios

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Nunca antes en la historia ha habido tantos datos como ahora, en donde además, el acceso a éstos nunca ha sido tan barato e instantáneo. En particular, desde el punto de vista territorial, esto permite comprender desde nuevas perspectivas las realidades locales, así como habilitar la toma de decisiones basadas en información tangible. Aprender sobre técnicas de inteligencia territorial nos permite usar los recursos de forma más eficiente y con ello mejorar la calidad de vida de los habitantes.

Lo anterior, es un fenómeno que está ocurriendo en este momento: “estamos a un click de distancia de conocer la cantidad de infectados por COVID-19 en prácticamente cualquier parte del mundo, de localizar los efectos del cambio climático en los diversos ecosistemas, o de medir en tiempo real el impacto de un volcán cerca de Tonga en las costas del Océano Pacífico” comenta Julio Covarrubia, director del Diplomado en Inteligencia Territorial y Geomarketing de Unegocios FEN UChile.

Ventajas

Además, comenta que, las consecuencias del análisis de datos territoriales no sólo orientan a una mejor comprensión de los fenómenos, sino que también permiten la evaluación de escenarios futuros mediante modelos matemáticos y técnicas de inteligencia artificial: podemos estimar los resultados potenciales de distintas medidas para reducir la tasa de contagios de COVID-19, cuantificar el impacto social y económico producto del cambio climático en diez años, o alertar a la población que habita en las costas del Pacífico si es que existe probabilidad de tsunami.

Por otra parte, asistido por inteligencia territorial, el sector privado puede reducir los riesgos en sus acciones y aumentar su competitividad, por ejemplo, comprendiendo las relaciones entre la oferta y la demanda, estimando la participación y tamaño local de mercado, ventas con alta precisión, optimizando la localización de puntos de venta o focalizando las campañas según perfiles específicos.

Esto cobra especial relevancia en un contexto cambiante: nuevos patrones de comportamiento de los consumidores y de la relación de estos con el sector privado, o nuevos patrones de movilidad producto de la irrupción de tecnologías que rompen los paradigmas tradicionales del uso de transporte. La ciudad es un organismo vivo y dinámico, y la inteligencia territorial permite comprender las relaciones complejas entre las personas, y con ello, actuar en consecuencia.

El Big data como complemento

Por último, Julio Covarrubias concluye que, aunque los beneficios del uso de datos e inteligencia territorial son evidentes, bajo la superficie existen algunos aspectos a considerar: se debe garantizar la privacidad y gobernanza de los datos personales; grandes volúmenes de datos implican un mayor esfuerzo en obtener información valiosa de éstos; se debe validar la calidad de los datos; no sólo se necesitan técnicas y profesionales especializados, sino que también tomadores de decisiones capaces de comprender los consejos que los datos pueden otorgar. Finalmente, se debe considerar a la inteligencia territorial como una herramienta que permite complementar el análisis de alternativas de decisión con el criterio de expertos acerca de los temas a analizar.

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